11 de agosto de 2008



No puedo ocultar las reacciones que se desataron en mi cabeza tras conocer los resultados de las propias reacciones del cerebro viajeroviajante. Mi intención es ir más allá del análisis inmediato basado en los simples resultados (que muestran a un cerebro viajeroviajante bastante propenso a emocionarse, o a recordar cuestiones del pasado, y un tanto reacio a escribir cuentos o reflexionar sobre cuestiones ligadas a lo religioso).

Tampoco quiero analizar si esos pensamientos fueron bien o mal articulados (porque no intento adentrarme únicamente en la concepción filosófica-lingüística de Wittgenstein, aquella que sostiene que los límites del lenguaje coinciden con los límites del pensamiento y que todo lo que se puede pensar se puede decir, y todo lo que se puede decir se puede pensar...motivo más que interesante para otro posteo).Pero sí quisiera tomar el aporte del filósofo alemán y fusionarlo (sin importar el disparate en el que incurra) con la ignorancia imperante en la sociedad del conocimiento (como lo llama Kurz), producto de la sociedad global que ha exacerbado la división del trabajo.

Una brillante reflexión de esta problemática la brindó el mismísimo Adam Smith, muchas veces considerado el paladín del librecambio, en su obra La Riqueza de las Naciones: "Con los progresos en la división del trabajo la ocupación de la mayor parte de las personas que viven de su trabajo, o sea, la gran masa del pueblo, se reduce a muy pocas y sencillas operaciones; con frecuencia, a una o dos tareas. Consideremos, sin embargo, que la inteligencia de la mayor parte de los hombres se perfecciona necesariamente en el ejercicio de sus ocupaciones diarias-. Un hombre que gasta a mayor parte de su vida entera en la ejecución de unas pocas operaciones muy sencillas, casi uniformes en sus efectos, no tiene ocasión de ejercitar su entendimiento o adiestrar su capacidad de inventiva en la búsqueda de varios expedientes que sirvan para remover dificultades que nunca se presentan. Pierde así, naturalmente, el hábito de aquella potencia y se hace todo lo estúpido e ignorante que puede ser una criatura humana. La torpeza de su entendimiento no sólo le incapacita para terciar una conversación y deleitarse con ella, sino para concebir pensamientos nobles y generosos, y formular un juicio sensato, respecto a las obligaciones de la vida privada. Es incapaz de juzgar acerca de los grandes y vastos intereses de su país, y al no tomar mucho trabajo en instruirse, será también inepto para defenderlo en caso de guerra. La monotonía de su vida sedentaria corroe naturalmente el coraje de su espíritu, y le hace mirar con horror la vida incierta y aventurada del soldado. Es más, entorpece la actividad de su cuerpo y le incapacita para ejercitar sus fuerzas con vigor y perseverancia en cualquier otra ocupación a la que no está acostumbrado. Adquiere, pues, la destreza en su oficio peculiar, a expensas de sus virtudes intelectuales, sociales y marciales. Aún en las sociedades civilizadas y progresivas, este es el nivel a que necesariamente decae el trabajador pobre, o sea la gran masa del pueblo, a no ser que el gobierno se tome la molestia de evitarlo"

¿Qué corno tendrá que ver Wittgenstein con Adam Smith y la división social del trabajo? ¿En qué sentido sus respectivos estudios pueden fusionarse? En el sentido de que, así como los límites del lenguaje limitan nuestro pensamiento, el limitar nuestro pensamiento a pocas cuestiones, limita nuestro entendimiento. Si no se expanden los temas en los que pensamos, tampoco se expande nuestra cosmovisión, nuestra concepción del mundo, nuestro propio juicio.

Entonces, más allá del trabajo en el que nos desempeñemos y de la carrera que estudiemos, es necesario apostar a la transversalidad. Podemos llegar a ser expertos en un tema en particular, pero sería más provechoso que nuestro pensamiento no quede estrechado en esa única cuestión. Que nos animemos a descubrir nuevas cosas todos los días. Que sintamos curiosidad. Es cierto que en esta sociedad del conocimiento es imposible saberlo todo. Pero no por ello hay que abandonar el intento.

Creo que el cerebro viajeroviajante, a pesar de que tiende a abocar su pensamiento en algunas cosas y no tanto en otras, es uno de aquellos que no desisten de aprender, de sentir curiosidad, de conocer algo nuevo cada día. Y eso, por más que parezca una nimiedad, nos debería llenar de alegría.



8 comentarios:

Anónimo dijo...

well its nice to know that you have great hits here.

Somos 5, pero somos miles. dijo...

Hay dos frases que personalmente me gustan y me parecen adecuadas para este post que son las siguientes:
Por un lado, Albert Einstein decía: "Es un milagro que la curiosidad sobreviva a la educación reglada".

Por otro lado, José Ingenieros decía: "La curiosidad intelectual es la negación de todos los dogmas y la fuerza motriz del libre examen".

Anónimo dijo...

Es la importancia de la curiosidad. Esa curiosidad que nos permite ir un paso mas allá de lo dado y que funciona como motor en pequeñas aventuras que emprendamos...

(pilarmina calculina, dp no me reproches si vos sos la primera en sacar esos porcentajes y convertirte en la esquemista del blog. Igual bravo por estos porcentajes y los sucesivos análisis derivados de ellos. Son mas que interesantes y dan pie para disparar varios disparatess mas y armar varios cuadros de porcentajes...

... cómo veras vos no sos la única claculina)

Anónimo dijo...

(feliz día a todos los zurdooos!!)

Anónimo dijo...

Efectivamente, pisé el palito: debo admitirlo...soy una calculina! Igual no me cerró para nada lo que escribí, me faltó inspiración

Anónimo dijo...

a mi me encantó!

Anónimo dijo...

Supongo que puedo agregar algo: los límites del lenguaje son los límites de mi mundo, entonces el tan estrecho lenguaje disponible que actualmente se presenta la mayoría de los casos debe tener como consecuencia una reducción del mundo. Si tenemos menos adjetivos para pintar, menos categorías para diferenciar, aunque sean ficciones útiles, metáforas, metonimias, aunque no sean realmente, son lo que permite que se viva poéticamente como dice Hölderlin.

Viajero Viajante dijo...

Creo que es maravilloso.... Gracias