29 de marzo de 2010

Kolkatta (la iniciación)

- Are you from here?
Tras muchas horas, kilómetros y aeropuertos recorridos llego a destino para que me confundan por local.
- No. I'm visiting.
- Kolkatta!???? What's interesting about Kolkatta?


Lunes 29 de marzo. Comienza mi viaje. Salgo del hostal - mapa en una mano, botella de agua en la otra - a descubrir esta ciudad de la alegría.

Mucho he leído y oído acerca de India, entonces estaba preparada para los olores y el caos. Aunque se reconocer que esto no es ni Delhi ni Mumbai, Calcuta estuvo a la altura de la circunstancias en el desorden de trafico. No hay señales, carteles ni indicaciones. Las pocas que si aparecen, son en hindi. Pareciera que el nombre de las calles es un legado sagrado que se transmite de boca a oreja entre solo aquellos iluminados dignos de La Verdad. Cuando me encontré refugiada en una zapatillería (con aire acondicionado) tratando de descifrar porque mapa y realidad no coincidían decidí permitirme perderme: dejarme llevar por el azar, crear mi laberinto, trazar mi propia ciudad. Y así la vi:

El marrón es la paleta predominante, acompañado por un verde vivo de las palmeras y los abundantes árboles.

Muy fácilmente se identifican los reyes de la ciudad: los taxis y moto-taxis. Dueños y creadores, su amarillo fuerte pinta la ciudad, su andar le dan el ritmo, sus bocinazos, la música.

La triada amarillo-marrón-verde se completa con toda una gama de colores vivos que aparecen esparcidos en cada uno de los saris de las mujeres.

Y así, como si fuese un cuadro impresionista, fui pintando la ciudad.

Por acá la mancha blanca de un altar incrustado en la vereda. A su lado, un hombre vestido de blanco, con barba blanca, pelo blanco, y tez que fue oscura, pero tantos intentos de pintarla la convirtieron un oro ocre.

Por todos lados, manchas negras de los cuervos que recorren la ciudad tan cómodamente como las palomas en Buenos Aires. (y pasear por una ciudad desconocida con los graznidos de los cuervos como banda sonora tiene un poderoso efecto que todo fanático de Hitchcock debería experimentar)

Cada paso agrego un color.

Un gris oscuro para un urinario, una mancha celeste para un grupo de colegialas, para las cinco cuadras del mercado agarro 10 pinceles en la mano y garabateo en un rincón. Gris claro para las cabras, marrón para las vacas, y una mezcla de ambos para los perros. Varias líneas naranjas oscuras para los rickshaws, una pared roja, una bici azul. Pieles de todo tipo de tierras; arena, arcilla, barro.

Y en un rincón, una figura humana, con dos colores que predominan: el verde de mi remera, y salmón de mi pollera.