30 de julio de 2008

Imágenes de una noche bohemia.

Con ustedes un video armado por Sofi Pi, con fotos de Sofi Bu, y música de Astor interpretada por El Afronte.



Aclaraciónes:
* Para apagar el volumen tocar con el mouse a la derecha de donde dice slide.
* Los botones + y - sirven para incrementar o disminuir la velocidad en que pasan
las fotos.
* Tocando con el mouse el videito del extremo inferior izquierdo, se puede ver el video de la interpretación piazzolliana de "El Afronte"

28 de julio de 2008

Maldita Milonga: Otra noche Bohemia

Fotografía por Sofía Butler

Luego de la justificación conceptual de esta clase de noches compartidas pasaré a relatar la noche del Miércoles:
El sonido del bandoneón nos dejó desconcertadas. Su sonido al unísono del violín, el grave sonido del contrabajo, y el violonchelo con su estética apariencia hacían del escenario una imagen armónica y apreciable a la luz de los ojos.
Las manos del pianista parecían desaparecer en cada momento que el sonido del piano deleitaba nuestros sensibles oídos. Sus dedos se desvanecían en los rápidos movimientos al compás del dos por cuatro.
Esta típica orquesta de tango se conformaba por jovenes músicos talentosos que se hacían llamar "El afronte".
Gente de todos lados del mundo acompañaba este sentimiento de identidad argentina, disfrutando de unas deleitables empanadas criollas y un sabroso (pero un tanto insectuoso) café.
En la pista bailarines vestidos con sus ropas típicas no dejaban atónitas, flotando en un mar de ensueños, romanticismo y sensualidad. Bailaban como si los cuerpos se fusionaran en uno solo, y se desvanecían en una imagen fugaz y brillante.
Un cantante entusiasta cada tanto hacía su aparición en el escenario, con sus tan efusivas y apasionadas interpretaciones- que te producían escalofríos de tan solo escucharlo. Y esto fue otra de nuestras noches bohemias, una milonga típica, en una clásica calle de San Telmo, una noche de amigas, para dejarnos sorprender nuevamente por la cultura porteña.

25 de julio de 2008

Disparates Disparados por la Inclusión de un Contador

"La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla", sentenció alguna vez el Gabo García Marquez, un personaje latinoamericano con el que aún no me encariñé. So pesar de este distanciamiento intencionado, me apoderé de su frase ni bien me puse a meditar el porqué de la inclusión de un contador de visitantes de este blog.

¿Qué tan importante es que un ente ajeno tenga conocimiento de lo que uno mismo haya realizado? Si una de las consignas del existencialismo Sartreano es que el hombre existe en la medida en que se realiza, en que es el conjunto de sus actos y nada más. ¿Hace falta que un tercero conozca nuestros actos? Si nuestros actos los conocemos sólo nosotros mismos, ¿existen, son?

Si como decía Jorge Guillermo Hegel: "En el pensamiento es donde reside la libertad". ¿Será que, como al contar uno hace pensar al otro y a uno mismo, un cuento brinda un ápice más de libertad a uno mismo y a quien se lo cuenta?

Si, tal como dice una de mis frases predilectas, "No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, es la existencia social lo que determina su conciencia" ¿Podremos generar conciencia en otros a partir de nuestra propia existencia? ¿Podremos torcer nuestra existencia social, ya forjada sin nuestro consentimiento desde el día que aparecimos en el mundo? ¿Cuánto ayuda una noche bohemia? ¿En qué medida influye un viaje por lugares inhóspitos, una comida callejera, o una charla enriquecedora con un extraño? ¿A cuántos seres ayudamos contándolo? ¿Mutaremos la inmutable existencia social de alguno?

Perdón por esta serie de disparates (flor de disparate codear al Gabo con Hegel, Sartre y Marx, ¿les dije que no me había encariñado no?) Pero a pesar de que este escrito sea en si mismo disparatado, no quería dejar de compartirlo. Para que no quede encerrado en mi propio pensamiento. Para que libere. Para que derribe férreas existencias sociales. Para que exista.

23 de julio de 2008

¿HECHIZO MAYA?


Era una tarde/noche de viaje, para ser más precisa estábamos en San Pedro de Atitlán, un pueblo situado a orillas del Lago Atitlán (según la sabiduría popular el lago más lindo del mundo), habitado en su mayoría por los "Tzutujil" una de las de las 21 etnias mayas que habitan en Guatemala.

Caminábamos por la calle comercial del pueblo, pintoresca, atestada de barcitos, cafés, hostels, puestos callejeros, tienda de abarrotes, que oficiaba de punto de encuentro de los extranjeros que vivían allí y los que estaban de visita.

Íbamos en busca de algo para comer debido a que nuestro humilde cuarto de hotel no tenía cocina (en realidad tenía pero debido a su minúscula dimensión y su escasez de utensilios era casi nula la posibilidad de cocinar). Ese día habíamos decidido hacer una "inversión", salir de nuestro magrísimo presupuesto diario y pagar un poco más para probar alguna de las comidas que ofrecían los locales en los puestos callejeros.

Después de caminar un rato entre los distintos puestos, optamos por probar una especie de sandwich con verduras y pollo, (creo que debe haber sido de las pocas veces en el viaje que ingerimos algún tipo de carne) en un puesto ubicado en la calle donde arribaban los barcos que venían a San Pedro. El puesto era atendido por una simpática tzutujili quien preguntaba qué verduras uno le quería poner, por supuesto le rogué que no le pusiera la tan odiada lechuga ni ningún tipo de picante.

Elegido los ingredientes, saqué mis quetzales, le pagué y comencé a disfrutar de mi comida. Mientras degustaba mi sandwich y recordaba el sabor del pollo (que hace tanto no comía) se me acercó una viejita tzutujili para ofrecerme sus budines de banana caseros. Era una viejita petisita, con dos trenzas canosas, la cara arrugada como una pasa de uva, con una mirada que irradiaba luz.

A pesar de que era desdentada nunca había visto una sonrisa semejante, sonreía utilizando todos los músculos de la cara y con toda la boca. Cuando te ofrecía sus budines al grito agudo de “budiiiiiiiiiiiiiines” y te sonreía, era tan difícil rechazárselos, resultaba imposible no caer rendida ante su carisma.

Haciendo un esfuerzo sobrehumano le rechacé los budines con una sonrisa previo agradecimiento eterno por regalarme esa sonrisa. Ella me sonrió nuevamente y con un paso cansino se retiró con su canasta en busca de algún otro cliente.

A punto de terminar mi sandwich, se me acerca otra vendedora a ofrecerme alguna comida casera (no recuerdo bien que era). Atiné a agradecerle con mi mejor sonrisa como lo hacía con todos los vendedores que se me acercaban, pensando que ella entendería que no estaba interesada y se iría. Pero mis suposiciones fallaron, no sólo no se fue sino que me miró fijamente y bramó una serie de palabras en dialecto maya. Si bien no entendía el dialecto viendo su cara entendí perfectamente lo que me estaba diciendo, me había engualichado. Volvió a mirarme fijo, repitió una serie de frases inentendibles, se dió media vuelta y nunca más volví a verla.

Sus ojos negros, su mirada lacerante había actuado como un rayo que me partió al medio. Me embargó una sensación extraña, sentí que un extraño se había alojado en mi cuerpo, creí desvanecer.

No sé por qué la vendedora había decidido engualicharme pero desde ese momento no volví a ser la misma. Una gran pesadumbre sumado a una nube negra me acompañaban día y noche, mi mala suerte se fue acentuando llegando a límites inusitados. No era dueña de mi vida, un ser ajeno a mi me manejaba como si fuera una marioneta sin que yo pudiera hacer algo para evitarlo.Mi desesperación era inmensa, me sumí en una depresión porque mis amigas no me creían (decían que estaba loca) y no podía sacarme el gualicho de encima.

Probé todas las cosas habidas y por haber para sacarme la maldición de encima. Hice rituales mayas, consulté chamanes, tomé pociones, fui a Iglesias, sinagogas, mezquitas hasta templos budistas.

Al año siguiente, después de intentar por todos estos medios creí que me había sacado el gualicho de encima. Mi mala suerte no era tan acentuada, la nube negra me perseguía pero no era tan negra, la sensación extraña persistía pero era tolerable. Estaba tranquila, juraba que había logrado superar aquel incidente pero el otro día esta sensación de tranquilidad se evanesció y mi precario castillo de naipes se derrumbó.

Volvía en taxi del cumpleaños de cande con otras dos chicas. Estábamos riéndonos, charlando relajadamente de cómo había estado la fiesta, a quién habíamos visto, qué nos había hecho reir cuando de repente el taxista comienza a acelerar su marcha y comienza a bostezar sin cesar.

Ante nuestra mirada atónita nos explica que no podía parar de bostezar porque una de nosotras tres estaba "ojeada". Al escuchar esto, las chicas se asustaron y decidieron bajar del taxi en la esquina. Yo había entrado en pánico no por el taxista sino porque ni bien dijo que una de nosotras estaba ojeada se me apareció la imagen de los ojos negros de aquella vendedora de San Pedro. Sentí escalofríos, me invadió un pánico tremendo, volví a sentir todas aquellas sensaciones que creía haber superado.

Bajé del taxi sin decir nada, las saludé y me fui a mi casa temblando, sus ojos no dejaban de mirarme. El hechizo maya dijo de nuevo presente, ¿acaso nunca podré librarme de el?.

20 de julio de 2008

¡FELIZ DÍA!


Un encuentro casual en La Paz, Bolivia dió como consecuencia la siguiente cuenta:

Bolivia – Perú – 1 "touch and go" x Chile y Colombia – Brasil – México – Guatemala – Honduras – Nicaragua – Costa Rica – Panamá.
+
3 viajes juntas
+
28.567 kms recorridos
+
2761 kms (trayecto Iquitos - Belem do Pará)
+
147 días x 24 hs de convivencia
+
72 hs de bondi a Lima
+
58 ciudades recorridas (apróximadamente)
+
45 km caminados en el camino del Inca
+
24 hs de caminata en el Camino del Inca
+
11 países visitados
+
10 monedas diferentes
+
9 fronteras cruzadas por tierra
+
7 días encalladas en "San Franciso"
+
4 días de Camino del Inca
+
3 intentos de robo en un mismo día
+
2 años nuevos juntas
+
1 dólar diario de presupuesto

= 1 AMISTAD ETERNA

Por todo esto y x mucho más, ¡FELIZ DÍA AMIGAS!.

14 de julio de 2008

Próximamente...

Proximamente, prossimamente, prochaine, coming soon...

  • "The E! true Latin american story" (detrás de escena)
  • "El hechizo maya"
no te lo pierdas!

4 de julio de 2008

¿Noche Bohemia?

Ayer en una de nuestras noches especiales, que titulamos “noches bohemias” empezamos a cuestionar precisamente el por qué llamábamos bohemia a aquellas noche en las que podemos empezar en un bodegón de Balvanera Sur al que solían ir Felix Luna, Alicia Moreau Justo o Alfredo Palacios.

En primer lugar cabría preguntarnos si el Término “bohemio” esta bien utilizado o hemos trastocado su significado. Definitivamente no estábamos erradas en nuestras suposiciones ya que “es la vida que se aparta de las normas y convenciones sociales, principalmente la atribuida a los artistas”. Bien, yo cuestionaba, observando un poco la juventud que frecuentaba el lugar, que seguramente para nosotras era bohemio estar ahí porque lográbamos romper un poco la burbuja Recoleta en la que crecimos…pero para mucha otra gente era algo rutinario seguramente, hasta cotidiano o una clásica semanal, de todos los Jueves: “ir al bodegón del barrio”.

Hablemos con franqueza, no es que nos estamos apartando de las convenciones sociales, y menos que nos convertimos en artistas por concurrir a un lugar así, pero si hacemos un análisis mas minucioso de la sociedad argentina y de los barrios de Buenos Aires, quizás sí rompamos un poco las convenciones sociales o el imaginario social de Recoleta o de lo que suele hacer la gente más cercana.

Entonces tiene que ver con romper un poco prejuicios instalados en la sociedad y querer conocer un poco de historia porteña, un lugar que se caracteriza por lo heterogéneo y que refleja un poco la sociedad en la que vivimos. Yo lo llamaría un lugar popular, con sus menús accesibles, la cerveza de litro y la gaseosa grande y el flan de dulce de leche casero de postre. Y como dijimos ayer lo “bohemio” de aquellas noches tiene que ver con la actitud exploratoria, la búsqueda de lo nuevo, de lo diferente, del romper un poco las costumbres instaladas (que no son malas pero muchas veces aburren).

Esta actitud de estas noches especiales para nosotras tiene que ver con el viajar, con estar abierto a nuevas experiencias, a saciar un poco esas ansias de conocimiento que nos desbordan, propia de la juventud que nos impulsa y nos estimula a llevarnos el mundo por delante.

Esa luz que queremos mantener cuando volvemos de un viaje, y que nos permite iluminar nuestra querida Buenos Aires, recorriendo las calles de antiguos barrios como San Telmo, los viejos bodegones, escuchando su música (alguna clásica música de orquesta que nos llegue al alma), conociendo sus obras teatrales, sus museos, sus milongas, su baile, su poesía y hasta sus fantasmas.

Son aquellas pequeñas cosas culturales de nuestra querida Buenos Aires que nos permiten romper un poco la monotonía y la mediocridad y volar un poco.