7 de abril de 2010

Varanasi


Benares is older than history, older than tradition, older even than legend, and looks twice as older than all of them put together.
Mark Twain


Es una maga y una sacerdotisa. Su piel marrón oscura, cubierta de arrugas y de polvo, emana un calor que nace en el centro de la tierra. Sus ojos negros reflejan y alumbran el mundo con una misteriosa fuerza nostálgica. Su pelo oscurísimo casi no se ve, oculto bajo un sari que cambia de color cada segundo.
Ella es Varanasi, mas vieja que la magia, mas religiosa que la historia. Vive en el centro de India, y todo lo que es India vive en ella.
La primera vez que la conocí solo una pocas velas alumbraban el lugar. Entre las penumbras estaba ella, haciendo un baile indescifrable. Sus brazos se sacudían espásticamente para todas las direcciones, sus piernas no tocaban el suelo mas de un segundo y volvían a levantarse en un movimiento arrítmico que parecía hasta violento. Su sari eternamente multicolor flotaba a su alrededor creando un submundo de sombras. Sus ojos en blanco miraban sin ver y de su boca salían miles de sonidos a la vez: gritos, llantos, bocinas y hasta sonidos de animales que contrastaban con el silencio que prometía la luna llena.
Me quede inmóvil, fascinada frente a este gigante en trance. Esa noche me acosté a sus pies, sus aullidos y sus susurros flotaban a mi alrededor. No pude dormir.
Cuando amanecí ella todavía dormía. Y la ví acostada, sobre el río, inmóvil y desnuda, pero con los ojos abiertos. La ví despertarse lentamente y bañarse en el Ganges - su padre y su hijo, de donde todo proviene y donde todo debe terminar. La ví vestirse con mil movimientos rápidos.
Luego su mirada cambio, se convirtió en sacerdotisa y la ví realizar el mas sagrado de los rituales: construyó una pira fúnebre, un tronco a la vez, coloco un cuerpo encima y la prendió fuego. Ese rito lo repite todos los días, 300 veces al día, para todos lo visitantes que se acercan para morir cerca suyo. Cuando la pira termina de quemar, toma las cenizas y las arroja en su río.
Los gritos de la primer noche fueron reemplazados por un cántico tranquilo y armonioso que fue in crescendo durante el día, hasta que, al atardecer, se convirtió en una Oda al río. Ella, sentada mirando a su Ganges, su Sari esta vez portando los colores del atardecer, acompañada de sahumerios, fuego, campanas y tambores le hizo su ofrenda al rio en una ceremonia solo para ella pero que todo el mundo estaba invitado a ver.
Ella es Varanasi, la sabia, la bruja, que me tomo de las manos, me quemo con su fuego, me mostró su canción y puso música para que yo pueda bailar.