11 de octubre de 2007

El día que nos robaron tres veces.


Intentos de robos tuvimos muchos. El primero que se me viene a la mente fue el episodio de Salvador de Bahía. Pero ese es demasiado trágico para relatar. Así que voy a contar este.

Segundo día de nuestro viaje amazónico. Puerto Mazuza, Iquitos, Perú.

Fuimos a la tarde a comprar un pasaje en la lancha para empezar a navegar por el anhelado río Amazonas. El primer barco que salía era "Lucho", una lata de metal flotante con capacidad para transportar a 50 personas. Antes de comprar el pasaje inspeccionamos un poco. Las últimas técnicas de Marketing todavía no llegaron a este rincón del mundo, Puerto Mazuza no tiene la mejor reputación y justo nos tocó ser las únicas 5 mujeres que recorríamos el barco mientras 20 o 24 hombres lo cargaban de comida, animales, material, etc. Por lo tanto, no estábamos del todo tranquilas con la posibilidad de viajar allí. Pero todo cambió cuando el capitán del barco vecino nos reafirmó, con muchísima convicción, que todos los barcos del puerto tenían seguro en caso de que se hundieran. Bárbaro. Felices con nuestro (muy barato) pasaje, fuimos corriendo a comprar las hamacas paraguayas que se convertirían en nuestro hogar.

Justo a la salida del puerto encontramos un negocio enorme que vendía hamacas de todos los colores, tamaños y formas. Cada una eligió la suya, y cuando salíamos, en fila india, Sofi, que salía última, tuvo su primer encuentro con el delito. Se dió cuento que un señor le sacó la billetera del bolsillo. Enseguida fue, lo perseguió, lo agarró, se le paró enfrente y le exigió, con voz firme y cara de mala, que le devuelva la billetera. El señor fue tomado tan por sorpresa que se vió obligado a obedecer, y, humildemente, devolvió la billetera como si se la hubiese pedido prestada un ratito.

En el segundo encuentro con el delito la protagonista nuevamente fue Sofi. Ya era la nochecita. Estábamos en Lucho. Habíamos colgado nuestras hamacas bien juntitas. El barco se estaba preparando para zarpar. El lugar era un caos, gente que se subía y se bajaba, mercaderes que pasaban ofreciendo sus productos (poco tentadores, por cierto). Gente que nos miraba con curiosidad, gente que nos miraba mal. A nosotras nos habían advertido que era una zona cuasi peligrosa. Así que hicimos un pilón con las mochilas grandes y cada una agarró su mochila chica y la abrazó mientras esperaba pacientemente (muy pacientemente) a que llegara la hora de partir. (ahí se iban a bajar los comerciantes, y se iba a tranquilizar un poco el tema). En un mínimo segundo que Sofi se bajó de su hamaca para comprar algo, apoyo un segundo su mochila en el piso entre sus pies y de repente, su mochilita desapareció. Con la confianza que le daba haber vencido a un ladrón en el día, su inconciencia habitual y la suerte que la acompaña siempre, de alguna manera, entre el caos de gente que era Lucho, pudo identificar al ladrón y recuperar su mochila. El malhechor jamás entendió que pasó.
Viajeras 2 - Robo 0
Más asustadas que nunca. Nos volvimos a sentar todas en nuestras hamacas, todas en fila, literalmente abrazando nuestras mochilitas. Era complicado charlar, ya que estábamos todas mirando para el mismo lado, entonces a mi se me ocurrió darme vuelta en la hamaca para poder mirar a mis amigas mientras comentábamos lo hartas que estábamos de esperar, y que wachi rescate el de sofi, y que bárbaro recuperar dos veces en un día lo robado, y por qué el barquito no sale ya de una vez, y todo eso.
De repente veo algo extraño desde el rincón de mis ojos. Un rato depués empecé a gritar desesperada. Mi cerebro logró procesar aquella sombra que había visto, y pude entender que esa visión extraña no había sido otra cosa que una de nuestras mochilas grandes volando por la ventana de Lucho. Y yo gritaba y gritaba, pero, lógicamente, nadie me entendía. Euge me miró escéptica, reafirmándome que OBVIAMENTE, no había visto una de nuestras mochilas volar por la ventana del barco al barco de al lado. Yo empecé a contar las mochilas: uno, dos, tres, cuatro, cinco. uno, dos, tres, cuatro, cinco. uno, dos, tres, cuatro, cinco. ¡Sí! efectivamente había cinco y tenía que haber seis!!! Yo me volví loca, gritando en el lugar, señalando al barco de a lado. Euge gritaba conmigo. Sofi Piqué se quedó quietísima en su hamaca maldiciendo: "es obvio que es la mia". Annie y Sofi Butler (a esta altura la "recuperadora oficial de material robado") planeaban como saltar de la ventana del barco al barco de al lado, recuperar las mochilas, perseguir a los malvivientes y que el mundo vuelva a ser perfecto.
Entre tanto caos otros dos hombres fueron corriendo al barco de al lado y recuperaron la sexta mochila grande que había sido abandonada... la mochila que, efectivamente, era la de Sofi Piqué.

pd- Quiero aclarar que la foto es de cuando ya habíamos zarpado y éramos felices.
(fue justo entre los robos y la enfermedad de sof)


5 comentarios:

Anónimo dijo...

sofi, soy divina, te hice quedar como re heroina.

Me esta molestando un poco esto de tener el monopolio de los pensamientos filosoficos relacionados. nadie quiere dibagar conmigo??? Cuqlquier tipo de feedback es bienvenido!!!!!

las jamo.

Anónimo dijo...

Bubu, oficialmente te pido disculpas. Gracias por tus comentarios. Es un placer tener este diálogo cibernético con tigo. Quizás el tema es que las otras están muy ocupadas planenado su viaje a Asia. Snif snif.

las jamo un pokito menos que antes (salvo a Bubu obvio, que es la otra victima que se queda en este continente)

Anónimo dijo...

Obviamente era MI mochila, a las Piqué hace rato que no persigue la desgracia ja (ej. no pescamos ni 1 pescado en donde abundan)

Anónimo dijo...

jaja. Igual, no menoprecies las complicadísimas técnicas para cazar pirañas... que yo haya cazao dos no significa que sea fácil!!!! jajaj.

Anónimo dijo...

Disculpen que me entrometa. No han estado en un sitio peligroso, sino en uno peligrosisimo. Nunca en mi vida habia sabido de nadie que sea victima de 3 robos en un dia.