10 de diciembre de 2008

17 días


Después de tanto esperarlo y planearlo, sólo 17 días nos separan de nuestro destino.

Sólo un par de responsabilidades, algunos finales, algunas monografías por entregar, algún mínimo deadline por cumplir.

Sólo un par de eventos de fin de año, una reuniones con distintos grupos de amigas, quizas una fiesta laboral o una navidad en familia.

Sólo 17 días de esta vida que llevamos esos 335 días en los que vivimos en Buenos Aires. Esa vida que nos tiene tan sugestionadas que una entrega, una clase especial, una entrevista o un video institucional se convierte en primordiales. Y el eje del día a día se torna una carrera, un título o un trabajo.

Y nos convertimos en tan parte del sistema que cancelamos Noches Bohemias o juntadas con amigas por cosas que tendrían que estar mucho mas abajo en la lista de prioridades.

Lo único que nos salva de no sumergirnos del todo en la abrumadora nada que podría ser la existencia es la plena de conciencia de que estamos al borde del abismo, que estamos ahi, atrapadas entre las barreras de las imposiciones sociales, atadas a las cadenas de las responsabilidades profesionales, moviendo con vehemencia, como ratón de laboratorio, esa enorme rueda capitalista que gira y gira y hace girar todo el intrinsicado mecanismo que nos rodea mientras nosotras quedamos inmóviles y agotados por el esfuerzo.

Y en esa plena conciencia de nuestra enorme jaula nos permitimos soñar y planificar con nuestros viajes. Esos pocos días al año donde somos totalmente libres, donde somos sólo nosotras y el mundo y nos nos percata lo que se espera de nosotras o lo que la sociedad piense. Donde podemos hacer lo que queremos, decir lo que queremos y vestirnos como queremos porque todo depende de nosotras.

Y esto no significa que automaticamente rompemos todas las barreras sociales, morales y de moda. Simplemente significa que podemos hacerlo. Y si lo hacemos... lo hacemos felizmente. Y si no lo hacemos... decidimos no hacerlo con la plena conciencia de que podríamos haberlo hecho.

Pero lo mejor de todo es que el viaje no es una simple escapada, una simple pausa de nuestra "vida real", una huída de esa jaula, uno segundo de libertad en entre la monótona eternidad. El viaje es un estilo de vida, una ideología, una forma de ser. Es una aprendizaje, una doctrina que se va consolidando cada vez que sumamos un sellito al pasaporte, como una nueva dósis de aquella vacuna que nos dimos por primera vez cinco años atrás.

Entonces, después de tanto esperarlo y planearlo, sólo 17 días nos separan de nuestro destino.

En 17 días nos vamos a Colombia... y llegamos a casa.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

en 17 días... todo termina y todo empieza!!!

Anónimo dijo...

La analogia de la jaula se parece a la jaula de Hierro de Max Weber. Esta, segun el autor, se desarrolla como producto de una alta racionalidad y no vemos inmiscuidas en el mundo del trabajo, bajo la lógica capitalista. Segun el autor para salir de esta jaula es necesario un lider carismático como elemento irracional que rompe con la racionalidad. Nuestro viaje sería ese elemento irracional que rompe con la jaula de hierro, con la vida de las responsabilidades, propia de una sociedad occidental capitalista.
Y es en los viajes donde logramos abrir los barrotes de la jaula.
Bubu

Anónimo dijo...

eso es exacatmente lo que traté de expresar. jaja. o parte. menos mal que ustedes me entiendeeeen!

Anónimo dijo...

emocionantes palabras... aunque también dolieron un poco... yo estoy tratando (y encontrando) que se puede ser libre también durante el año... eso sí... tiene un costo... siempre hay un costo y un pago por ir y venir. A veces son cierres cerrados otras no tanto...

Anónimo dijo...

Hola Pato!

Bienvenido a nuestro Planeta!!

La clave para mi es esa... que se puede aprender a ser libre... y que las decisiones importantes hay que tomarlas desde esa libertad y esa habilidad de saber ser dueño de su destino.

Gracias por al visita!

Anónimo dijo...

aaaaa faltan 11 días
me quiero irrrrrr

Anónimo dijo...

aia. estoy haciendo el calculo mal?

Anónimo dijo...

Es cierto que los viajes nos hacen creer que por un rato estamos fuera del sistema. Pero creo que también nos ayudan a comprenderlo, a encontrar sus límites, a reflexionar para poder cambiar. Y ese rasgo del viajar, aunque muchas veces nos inunde de dudas y nos angustie hasta el colapso, no debemos cambiarlo por nada.

P.

Perdón por no escribir antes Candi