Quizás en su momento lo vivimos como simple turistas. Estábamos varadas en La Paz sin poder salir. Estábamos atrapados en una ciudad desconocida, sin poder avanzar ni retroceder ni movernos al costado para ver que pasaba. Estábamos atrapadas en el centro del conflicto, en el ojo de la tormenta, en el epicentro del terremoto. Caminábamos por las calles y había manifestaciones. Cuatro noches consecutivas fuimos a la terminal, con las mochilas preparadas para fugarnos y volvíamos todos los días hasta nuestro querido hogar "El Carretero", mochila a cuesta y mucha incertibumbre.
canasta y crapet, noches de salsa y amistades incipientes en el centro del caos. Desde afuera los que habían podido salir relataban sus andanzas como sobrevivientes de alguna batalla. Nuestros padres llamaban preocupados. Hasta se rumoreaba que la embajada de argentina había llamado para pedir los nombres de los argentinos hospedados ahí. Cada persona que encontraba una salida alternativa era despedia como valientes héroes.
Hasta que nos tocó a nosotros. De alguna manera conseguimos que un bondi nos lleve hasta nuestro próximo destino. Eramos un grupo de 25. Todos amigos para ese entonces. A las 12 partimos del hostal en silencio, para caminar las 8 cuadras que no llevaban hasta la terminal, que parecía abierta sólo para nosotros. Allí esperamos todos cubiertos de trapos para evitar el frío, nadie se animaba a emitir más que un murmullo preguntando la hora. Y la hora de partir llegó y pasó, y aumentaban los nervios y aumentaba el silencio.
Esperando solos en la terminal
El mayor peligro estaba en el alto. Allí es donde había huelgas y manifestaciones todos los días, donde habían puesto piedras en el medio del camino para que la gente no salga. Allí , decían, noches anteriores otros viajeros que fugaban de la ciudad se habían bajado en el medio de la noche para correr ellos mismos las piedras, o, en otras ocaciones habían sido frenado por los manifestantes que les habían obligado a esperar horas y a veces hasta retornar.
Oh, el bondi
Jamás me voy a olvidar el colectivo deslizandose lentamente por las calles abandonas del alto de La Paz. Todos mirábamos en ese reduntante silencio por la ventana los pilones de piedra que habían estado frenando el paso sólo unos horas atrás. Y lo único cierto era el frío. Nadie se atrevió a decir nada hasta no haber "pasado el peligro". Recién cuando cruzamos todo el alto estallaron las risas, los aplausos, y entonamos el feliz cumpleaños a uno de los chicos que celebraba ese día.
Pero esta simple anécdota, esta huída que se sintió tan ilegal, tan intensa, tan de road movie hollywoodense se convierte en algo pequeño dentro de un marco mucho más grande. Y de repente esa piedras no fueron colocadas allí sólo para que tengamos nuestra pequeña fuga.
Y de repente lo que fue una aventura se convierte en un "aquella vez que fuimos testigos de la historia boliviana." Las protestas cobran significado, las "manifestantes" se convierten en luchadores y todo cobra otra dimensión.
Seguramente cualquiera de las otras 4 viajentes pueda explicar mejor lo que pasó.
Yo sólo sé que involucraba suba de precios del gas, reclamo del pueblo por sus derechos, idas y vueltas, políticos, luchas y esperanzas, tratados y contratratados, leyes polémicas y medios polémicos para refutarlas.
Yo sólo sé que fue el grito de un pueblo y nosotras estabamos allí, escuchando y conviertiéndolo en parte de nuestra historia.
http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_del_Gas
http://www.apiavirtual.com/2005/01/14/articulo-4460/