30 de abril de 2008

Mi Loco Buenos Aires

Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese que sé yo, viste?
Salís de tu casa por Arenales.
Lo de siempre: en la calle y en vos...
Cuando de repente, detras de un árbol,
me aparezco yo.
Mezcla rara de penúltimo linyera
y de primer polizonte en el viaje a Venus:
medio melón en la cabeza,
las rayas de la camisa pintadas en la piel,
dos medias suelas clavadas en los pies
y una banderita de taxi libre levantada en cada mano.
Te reís!... Pero sólo vos me ves:
Porque los maniquíes me guiñan,
los semáforos me dan tres luces celestes
y las naranjas del frutero de la esquiname tiran azahares.
Vení!, que así, medio bailando y medio volando,
me saco el melón para saludarte,
te regalo una banderita y te digo...
Cantado
Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...
No ves que va la luna rodando por Callao;
que un corso de astronautas y niños, con un vals,
me baila alrededor... Baila! Vení! Volá!
Yo sé que estoy piantao, piantao, piantao...
Yo miro a Buenos Aires del nido de un gorrión;
y a vos te vi tan triste...
Vení! Volá! Sentí!...
el loco berretín que tengo para vos:
Loco! Loco! Loco! Cuando anochezca en tu porteña soledad,
por la ribera de tu sabana vendré
con un poema y un trombón
a desvelarte el corazón.
Loco! Loco! Loco!
Como un acrobata demente saltaré,
sobre el abismo de tu escote hasta sentir
que enloquecí tu corazon de libertad...
Ya vas a ver!
Recitado
Salgamos a volar, querida mia;
subite a mi ilusion super-sport,
y vamos a correr por las cornisas
con una golondrina en el motor!
De Vieytes nos aplauden: “Viva! Viva!”,
los locos que inventaron el Amor;
y un angel y un soldado y una niña
nos dan un valsecito bailador.
Nos sale a saludar la gente linda...
Y loco —pero tuyo—, que sé yo!;
provoco campanarios con la risa,
y al fin, te miro, y canto a media voz:
Cantado
Quereme así, piantao, piantao, piantao...
Trepate a esa ternura de locos que hay en mi,
ponete esa peluca de alondras, y volá!
Volça conmigo ya! Vení, volá, vení!
Quereme así, piantao, piantao, piantao...
Abrite los amores que vamos a intentar
la mágica locura total de revivir...
Vení, volá, vení! Trai-lai-lai-larara!
Gritado
Viva! Viva! Viva!
Loca ella y loco yo...
Locos! Locos! Locos!
Loca ella y loco yo!

28 de abril de 2008

San Telmo, Buenos Aires y las Fechas de Caducidad











Los ingleses se aprestaron a avanzar sobre Buenos Aires . Ese fue su objetivo inmediato en las dos oportnnidades en que lo intentaron. Presupusieron la existencia de cierta resistencia, aunque desdeñable. La tarea, a primera vista, parecía en extremo fácil. Sin embargo, en ambas ocasiones, en el corazón del barrio San Telmo, se erigió el comienzo de una defensa sagaz y corajuda del territorio.

Durante la Segunda Invasión Inglesa, allá por Humberto Primo entre Defensa y Balcarce, Martina utilizó el alcohol que almacenaba en su pulpería como antídoto esencial para coartar la avanzada. Le ofreció dosis abundantes de este a cada uno de los doce soldados ingleses que se acercaron por aquella zona y, cuando estos perdieron el dominio de sí producto de la borrachera, les quitó las armas. Con la valerosa ayuda de sus tres hijas, los ató de pies y manos y los encerró en algunos de los cuartos de su casa.

Un año antes de la hazaña de Martina, Manuela, allá por la Plaza Mayor (la mítica Plaza de Mayo), no dudó un instante en acompañar a su marido, integrante de las filas del ejército de Liniers que se aproximaba a copar la Fortaleza (la renombrada Casa Rosada). Un hombre de las huestes anglosajonas disparó y mató en el acto a su hombre amado. Manuela, fuera de sí, dio muestra de sus agallas, y sin dudarlo, empuñó el fusil y vengó el nombre de su marido, dando muerte a quien había sido el asesino.

En 1806, el general vencedor sentenció con convencimiento"No debe omitirse el nombre de la mujer de un cabo de Asamblea, llamada Manuela la Tucumanesa (era nacida en Tucumán), que combatiendo al lado de su marido con sublime entereza mató un inglés del que me presentó el fusil", y tras esto le otorgó a Manuela el grado de Alferez y hasta goce de sueldo.

Un año más tarde, las tropas británicas resultaron nuevamente vencidas. Martina entregó a 11 de los 12 soldados que había capturado a Liniers. El duodécimo invasor faltante se ganó el cariño de una sus hijas, y Martina, como buena madre pidió a Liniers su liberación. Este le concedió el pedido y le otorgó a esta valiente mujer el grado de Sargento Mayor y la posibilidad de usar uniforme en contraprestación por su defensa de la patria.

¿Qué ha quedado de estas dos historias en el aire porteño?

La casa de Martina es una galería de arte.

A Manuela sólo se la conoce por el nombre de una calle porteña.

¿Seguirán rondando por los rincones de Buenos Aires?

¿Nos las toparemos en alguna callecita de San Telmo clamando por un poco de atención?

Leí hace muy poco que Buenos Aires tiene fecha de caducidad. Modificaría la frase y en su lugar diría: Buenos Aires impone fechas de caducidad. Al menos así lo hizo con Manuela Pedraza y Martina Céspedes, otrora heroínas populares, hoy presas de la indiferencia y del olvido.

26 de abril de 2008

Buenos Aires













Nuestro Buenos Aires querido... con sus locos lindos y sus tardecitas que tienen ese que sé yo.

En Buenos Aires brilla el sol, la luna rueda por callao y los rostros caen en los charcos de Corrientes.

Y nosotras vamos a San Telmo a encontrarnos... o a buscar aquel nido del gorrión desde donde todo se ve distinto.

En Buenos Aires todo vuela: la alegría, la anarquía, la bondad, la desesperación

Pero bajo su amparo no hay desengano, vuelan los años y se olvida el dolor.

(Hoy les dejo grabado esta ciudad en nuestro blog.)

12 de abril de 2008

Viajar


A mis compañeras de ruta,

¿Qué es viajar?

Viajar es, en esencia, moverse hacia un espacio desconocido. Es la movilidad entendida como fuente de libertad y de trasgresión, 1 acto de rebeldía temporario contra los constreñimientos de la cotidianeidad.

Es una terapia anual, un período de introspección, un tiempo para uno mismo, para conocerse y conocer a los demás, un momento para buscar respuestas y para hacerse preguntas.

Es la medida justa de locura y cordura, es burlar los vericuetos que nos presenta la rutina, es saciar la avidez de conocer, de explorar nuevos rumbos, nuevas sensaciones.

Es dejar que nuestra mente se abra por la curiosidad y que no se cierre por la convicción.

Es la adrenalina de no saber con lo que se va a encontrar, que va a conocer, que va a sentir, que va a vivir porque cada instante es único.

Es vivir una vida distinta cada día, meterse en la piel, la forma de pensar, comer y moverse de otro y así tratar de entender su realidad, sus costumbres y sus creencias.

Es alejarse un rato del fragor del combate diario, tomarse 1 tiempo y pensar, ver las cosas desde otra perspectiva y darse cuenta que quizás lo malo no era tan malo, ni que lo bueno era tan bueno como uno pensaba, que algunas de sus preocupaciones eran irrisorias, insignificantes, que hay que pensar menos, que hay que ser más.

Es la excusa perfecta para olvidarse un rato de los problemas, dejar de lado prejuicios, mandatos, responsabilidades y presiones y tan solo ser. Ser libre, vivir sin reglas.

Es recuperar la capacidad de asombro, dejar de lado la razón para darle paso a la sorpresa.

Es conocer personas que en un primer momento tan solo fueron compañeras de ruta y ahora son compañeras de vida.

Es tiempo para proyectar, son las ganas de cambiar uno y el mundo, meditar, soñar, disfrutar, discernir entre lo que uno quiere de ahí en adelante y lo que no.

En un viaje, la mente se transporta a lugares inimaginables, se ven cosas que uno nunca creyó que iba a ver, se hacen cosas que 1 nunca creyó q podía hacer, es asombrarse al darse cuenta de los grandes cambios.

Las pequeñas cosas toman la dimensión que se merecen, la grandeza y así un atardecer, 1 charla o 1 paisaje se convierten en lo mejor de un día.

El tiempo, que en la rutina es tirano, muchas veces nos sofoca, nos subyuga y tantas veces condiciona nuestro pensar y accionar, se evanesce, porque en los viajes el tiempo no existe, se detiene. No hay apuros, cada hora, cada minuto, cada segundo, cada instante es eterno.

¿Por qué viajamos?
Porque uno dispone de su tiempo y su libertad, porque uno llega a estar cerca del ideal de persona que quiere ser, porque uno es más uno, porque es 1 necesidad, 1 filosofía, 1 forma de vida.

Como una vez 1 amiga me dijo: hay algo en los viajes que a una la hacen sentir tan bien, será ¿cierta libertad del hacer?, ¿desparpajo del ser?, ¿Libertad?, ¿Fluidez?.

¿Por qué viajamos?


Desde la simple frase "el viajar es un placer" que cantábamos de chiquitas (segurmente en el auto de papá), hasta las largas charlas que hemos tenido en varias ocasiones analizando los motivos, las razones, y la simple belleza de viajar... podría estar eternamente tratando de explicar el mix de sensaciones que se experimentan cada segundo de un viaje.

El otro día vi una película, "Into the Wild", en la que un joven emprende un viaje. Quizás si transcribo todo el guión mi idea quede más clara. O quizás alcanza con alguna de estas frases:

"The core of mans' spirit comes from new experiences."

"You're just living, man. You're just there, in that moment, in that special place and time"


¿Qué se puede decir?

Es por la curiosidad de descubrir lugares nuevos, la sed de conocer nuevas culturas, el desafío de obligarnos a crecer, enfrentándonos a distintas realidades y situaciones. Es por la simple belleza de disfrutar de un atardecer, un día en la playa, una tarde en la plaza de algún pueblo, sin nada más que hacer que exprimir ese instante. Es por las charlas con amigas y con nueva gente, por las discusiones filosóficas, por las nuevas perspectivas. Es la sensación de vivir sin reglas, la libertad total. Es el constante aprendizaje. Es las risas, esas risas eternas y sin preocupaciones, que te hacen doler todo el cuerpo y te llenan el alma. Y son esas lágrimas también que se animan a asomarse desde esos lugares remotos a los cuales sólo llegamos cuando estamos viajando. Es por la simplicidad de la vida. Es por la convivencia. Por la comfortante compañía y la necesaria soledad (y vice versa).

Es, como intenté explicar alguna vez... un perdida de razón temporaria que se convierte en estado de lucidez constante.

¿Por qué viajamos? Porque es mucho más que un placer, un descubrimiento y un conocimiento. Porque es una necesidad... porque es una adicción.

Una adicción de la que nunca me querría recuperar.